Marcela “La lagartija” la estatua de una mujer cuyo trabajo dejó huella en Tlaxcala.

En las inmediaciones del parque de la juventud, en la capital de Tlaxcala, se encuentra esta peculiar escultura con un gran significado para la sociedad.

La pequeña figura de Marcela, siempre acompañada por su leal compañero “El Pulgoso”, conquistó el respeto y cariño de la comunidad a finales del siglo XX gracias a su dedicación como vendedora de periódicos. Sin embargo, el monumento que le rinde tributo parece olvidado como su propia vida.

La existencia de Marcela, como su apellido, fue siempre un enigma. Recorrió las calles del centro de la ciudad durante las décadas de los 70 y 80’s, pero nadie supo si tuvo hijos o familia.

Lo que sí se sabe es que Marcela vivió una vida de lucha y trabajo incansable, encontrando en la venta de periódicos una razón para seguir adelante. Con un montón de diarios bajo el brazo, Marcela se convirtió en una figura indispensable en las mañanas de los tlaxcaltecas.

La memoria colectiva relata que los lectores la buscaban cada mañana para recibir de sus manos periódicos impresos, sabiendo que ella siempre estaría en su lugar, lista para entregarles las noticias del día.

Después de su fallecimiento, el ayuntamiento capitalino, presidido entonces por la hoy gobernadora Lorena Cuéllar, decidió inmortalizar su legado con una escultura, originalmente planeada para la Plaza de la Constitución. Esta obra no solo era un homenaje a su oficio, sino también un reconocimiento al periodismo en Tlaxcala.

La escultura, diseñada por Diódoro Rodríguez, fue trasladada con el tiempo al Parque de la Juventud, donde permanece hasta hoy.

Vía: Jaime Anzurez.