Julio César Hernández Mejía, exalcalde de Apizaco y ahora exmilitante del Partido Acción Nacional (PAN), ha demostrado ser todo menos un político de convicciones. Con una trayectoria marcada por la simulación, la traición y el oportunismo, hoy es señalado por los propios panistas como el principal responsable de la estrepitosa derrota del blanquiazul en Apizaco.
Con una lengua afilada y una memoria selectiva, Hernández Mejía asegura haber militado durante 18 años en el PAN, pero el padrón oficial revela una verdad incómoda: su afiliación formal apenas alcanza los cinco años. ¡Otra de sus mentiras descaradas!
Pero eso no es todo. El ahora “independiente” se sirvió con la cuchara grande cuando el PAN lo cobijó: impuso a su recomendada Mariana Jiménez como diputada federal plurinominal y acomodó a su esposa, Nohemí Rivera, como diputada suplente… quien, por cierto, cobra en la nómina del Congreso de la Unión, pese a que eso viola flagrantemente los lineamientos legales. ¿Compromiso con la ley? ¡Por favor!
Desde 2024, el exedil operó a favor de Movimiento Ciudadano, y según los panistas, hay pruebas documentadas que lo demuestran. También se le atribuye su fracaso como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PAN en Puebla, donde perdió el control de 214 de 217 municipios. ¡Un récord de derrota!
Durante el actual proceso electoral, simplemente abandonó la campaña panista en Tlaxcala y fue sorprendido negociando posiciones con partidos contrarios en municipios clave como Huamantla, Tetla, Tlaxco, y su natal Apizaco.
Y como si eso no bastara, se rumora que su círculo cercano ya trabaja con Morena, y su candidata a diputada federal ni siquiera presentó representantes de casilla. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Todo apunta a un pacto con el actual legislador morenista Alejandro Aguilar.
Mentiroso, traidor y con fama de golpeador, Julio César Hernández Mejía ha sido desenmascarado por su propio pasado. Hoy, más que un político, es visto como el villano que hundió al PAN en Apizaco… y que lo hizo con una sonrisa hipócrita y la mano extendida hacia quien más le ofreciera.
