En medio de discursos sobre cercanía con el pueblo, combate a la corrupción y lucha social, el secretario de Educación Pública en Tlaxcala, Homero Meneses Hernández, se destapa con serenidad como aspirante a la gubernatura para el 2027. Pero detrás de ese discurso progresista, se esconde un historial preocupante: una conducta reiterada de hostigamiento y agresión verbal contra periodistas críticos.
Sí, el mismo funcionario que hoy asegura recorrer el estado “de punta a punta” y se envuelve en la narrativa del “hijo del pueblo”, ha sido señalado en diversas ocasiones por violentar la libertad de expresión, desacreditar públicamente a comunicadores y usar el poder institucional para amedrentar.
Un secretario que insulta desde el poder
Basta recordar el caso del periodista Martín Rodríguez Hernández, quien en febrero de 2024 fue objeto de agresiones verbales por parte de Meneses, luego de publicar un reportaje sobre presuntas anomalías en la colocación de cámaras de vigilancia escolar. Lejos de responder con argumentos, el secretario arremetió contra el periodista en redes sociales llamándolo “ignorante” y “mala persona”.
La situación escaló al grado que Rodríguez presentó una denuncia formal ante la Secretaría de la Función Pública (SFP) por transgredir la Ley General de Responsabilidades Administrativas, acusando a Meneses de usar su cargo para menoscabar el trabajo periodístico.
El gremio periodístico alza la voz
El hecho no fue aislado. La Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala (UPET) se pronunció en marzo de este año contra las actitudes del funcionario, exigiendo respeto hacia el gremio y acusándolo de utilizar expresiones denigrantes desde espacios institucionales. “La violencia contra la prensa no solo se da con balas o censura directa, también se construye desde el desprecio público, desde los insultos”, denunció la organización.
Meneses, lejos de disculparse, ha mantenido una postura ambigua: entre el desprecio hacia quienes lo critican y la victimización política.
¿Y así quiere ser gobernador?
Con un historial así, resulta preocupante que hoy Meneses aspire a gobernar Tlaxcala. Porque un gobernante no puede tener enemigos entre los comunicadores, ni temerle a la crítica pública. Su historial demuestra que, lejos de fortalecer la democracia, representa una amenaza para el ejercicio libre del periodismo.
Homero Meneses ha tenido muchas oportunidades para corregir. Ha estado en el poder, ha recorrido los caminos de la izquierda como tanto presume, pero no ha entendido algo básico: sin prensa libre, no hay transformación posible.
Y sí, quiere ser gobernador. Pero Tlaxcala merece mucho más que un funcionario intolerante, que insulta desde el escritorio y agrede desde el púlpito del poder.
