La violencia volvió a hacer de las suyas en el infame tramo del Arco Norte en el kilómetro 170, perteneciente al Estado de Hidalgo y a unos pocos metros de territorio tlaxcalteca
En un hecho que hiela la sangre, un grupo de delincuentes armados y encapuchados desató el caos la noche del miércoles, interceptando a varios automovilistas en una serie de asaltos brutalmente ejecutados, donde dos mujeres fueron privadas de su libertad y abandonadas en una zona cerril, luego de que les robaran la camioneta en que viajaban.
Los maleantes actuaron con absoluta impunidad. Según los testimonios de víctimas y testigos, colocaron enormes piedras sobre el asfalto para provocar accidentes o al menos obligar a frenar a los vehículos, convirtiendo la autopista en una trampa mortal. Una vez que los autos se detenían, los asaltantes irrumpían violentamente para despojar a sus víctimas de dinero, pertenencias y unidades.
Pero esta vez fueron más allá. Durante el múltiple asalto en el kilómetro 170 de la autopista, dos mujeres fueron retenidas contra su voluntad. Según se ha podido conocer, tras el robo del vehículo en el que se trasladaban, fueron abandonadas en condiciones de extrema vulnerabilidad en una zona cerril, lo que eleva este ataque a un nivel alarmante y muestra el rostro más cruel de la delincuencia que impera en esa carretera.
Este tramo del Arco Norte se ha convertido en un verdadero corredor del crimen. No es la primera vez que automovilistas son víctimas de atracos con violencia, pero lo sucedido en esta ocasión supera todo límite de brutalidad y despierta un profundo temor entre quienes a diario utilizan esta vía.
Lo más grave es que los responsables siguen libres. Hasta el momento, las autoridades no han informado de detenciones, y mientras tanto, el terror continúa rondando en cada kilómetro de esta autopista federal.
Ciudadanos y afectados han exigido de manera urgente a la Guardia Nacional y autoridades federales que redoblen los patrullajes y refuercen la seguridad en este tramo, ya considerado como uno de los más peligrosos del centro del país. La falta de vigilancia efectiva y la pasividad institucional solo están abonando al terreno fértil para que el crimen siga creciendo con total descaro.
