Por: Alberto Amaro
En un nuevo episodio de violencia que evidencia la falta de autoridad y el crecimiento de la criminalidad en el oriente del estado, la madrugada de este lunes fue ejecutado un hombre en la comunidad de La Soledad, municipio de El Carmen Tequexquitla.
Los hechos se registraron alrededor de la medianoche del 21 de julio, cuando vecinos reportaron al Servicio de Emergencias 911 detonaciones de arma de fuego en la calle Benito Juárez. Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) acudieron al sitio y localizaron el cuerpo sin vida de un hombre identificado como Oliver N., de aproximadamente 30 años de edad.
Paramédicos que arribaron al lugar confirmaron que la víctima ya no contaba con signos vitales, tras recibir al menos dos impactos de bala, uno en la cabeza y otro en el tórax. Como en muchos otros casos, el crimen fue ejecutado con precisión, lo que sugiere la participación de grupos ligados a la delincuencia organizada.
Pese a la gravedad del hecho, ninguna autoridad municipal ni estatal intervino de forma oportuna, y hasta el cierre de esta edición, no se reportan detenidos ni avances en la investigación. La zona fue acordonada y resguardada por elementos estatales y de la policía de investigación, quienes iniciaron las diligencias correspondientes.
Este asesinato se suma a la creciente lista de crímenes que han convertido a El Carmen Tequexquitla en un municipio sin ley, donde la presencia del Estado es prácticamente simbólica. La impunidad, la omisión institucional y la complicidad silenciosa de autoridades locales permiten que el crimen organizado opere con libertad, sembrando el miedo entre la población.
Habitantes de la región han denunciado en reiteradas ocasiones la falta de patrullajes, la ausencia de una estrategia real de seguridad y el abandono por parte del gobierno estatal. Sin embargo, el silencio oficial es una constante.
Mientras tanto, familias como la de Oliver se suman al dolor y al reclamo de justicia en un Tlaxcala que sigue siendo presentado por las autoridades como un estado “seguro”, aunque la realidad, día tras día, les contradice.
