Será una estrategia política de los también conocidos como “Gaby y Plutarco” de una familia de Diez, para llegar a la gobernatura
Por: El resortes
En Tlaxcala, donde la política muchas veces parece una tragicomedia mal escrita, la actual dirigente interina de MORENA, Marcela González Castillo mejor conocida en los pasillos del poder como “Rizitos de Oro o Gaby” ha emprendido una descarada carrera rumbo al 2027, utilizando recursos públicos y el aparato del partido para promocionar su imagen bajo el disfraz de “asambleas informativas”
Quienes han presenciado esta simulación coinciden: en municipios como Chiautempan y la capital tlaxcalteca, brigadas financiadas con dinero del pueblo han repartido volantes y propaganda con la cara de la nuera del exgobernador Alfonso Sánchez Anaya, haciendo alarde de una campaña encubierta que viola cualquier principio de equidad y transparencia.
Fuentes cercanas al partido aseguran que Marcela no oculta sus aspiraciones: si la candidatura a la gubernatura debe ser para una mujer, “entonces debe ser para ella”; y si es para un hombre, “pues que sea para su marido”, el siempre gris Alfonso Sánchez García, conocido más por ser el hijo del exmandatario que por méritos propios y apodado en el argot político como “Plutarco”
LA DINASTÍA DE LOS SÁNCHEZ: ¿UNA MONARQUÍA DE TRAPO?
La narrativa que impulsan los González-Sánchez no es nueva: repetir el apellido y reciclar apellidos en el poder. Lo que cambia es el rostro, pero no el guion. Hoy Marcela aparece al frente, usando el cargo de dirigente interina como plataforma para proyectarse, aunque en realidad sea una pieza más en el tablero familiar que intenta instaurar una monarquía política en Tlaxcala.
Sin historial sólido, sin victorias electorales directas y sin una base social auténtica, González Castillo ha llegado hasta donde está por dos razones: su parentesco político y su habilidad para rendir pleitesía a la actual gobernadora, la senadora con licencia Ana Lilia Rivera Rivera. “Es instrucción de la jefa”, suele decir para justificar imposiciones y canonjías, según relatan militantes inconformes con su estilo autoritario.
El verdadero trasfondo, dicen dentro de MORENA, es el desdén que Marcela tiene por su propio esposo: “No tiene carácter para gobernar, por eso tengo que ser yo”, ha expresado en reuniones privadas. Así, el llamado “junior” Alfonso Sánchez García termina siendo un patiño en la obra personalista de su esposa, usado como comodín para perpetuar un proyecto político de cúpula.
LA RESISTENCIA SILENCIOSA
Mientras los “Sánchez-González” intentan vender una imagen de unidad en MORENA, al interior del partido crecen las fracturas. Figuras como Raymundo Vázquez Conchas, Josefina Rodríguez Zamora y hasta la propia senadora Ana Lilia Rivera —quien aún no se define abiertamente por ningún perfil—, han comenzado a mover sus piezas para evitar que la sucesión se convierta en una imposición dinástica.
Estos actores trabajan desde sus trincheras con la esperanza de ofrecer a Tlaxcala una alternativa que represente los valores originales de la 4T, no la reedición de un viejo PRI maquillado de guinda. En el fondo, saben que la gente no olvida, y que las formas también pesan.
¿EL PRECIO DE LA AMBICIÓN?
La historia de Marcela González podría parecer un episodio más del cinismo político tlaxcalteca, pero también deja claro que en MORENA hay quienes están dispuestos a dinamitar la credibilidad del movimiento con tal de garantizarse un cargo.
Habrá que ver si los órganos nacionales del partido, o incluso el propio Presidente, permiten que el nombre de MORENA sea usado como instrumento de promoción personal. Porque, si algo está claro, es que lo que hoy vive Tlaxcala no es una asamblea informativa: es el arranque adelantado de una precampaña disfrazada, financiada con el dinero del pueblo y avalada, por ahora, por el silencio de los líderes morenistas.
¿Hasta cuándo se permitirá esta burla?
¿Y quién realmente manda en MORENA Tlaxcala?
