Ambición sin límites: Juan Pablo Rico, el ‘doble cara’ de Apizaco

El secretario del Ayuntamiento de Apizaco, Juan Pablo Carlos Rico, podría haber firmado su sentencia política dentro del grupo lorenista. El funcionario, que hasta hace unas semanas se jactaba de ser “leal” a la gobernadora Lorena Cuéllar, fue visto para sorpresa de muchos en un evento de Ana Lilia Rivera, una de las principales figuras opositoras al actual gobierno estatal.

Su presencia en la asamblea informativa de Rivera cayó como una bomba entre militantes de Morena y funcionarios del círculo cercano de Cuéllar. Las imágenes de Rico conviviendo con operadores políticos del grupo rival encendieron las alarmas y provocaron un estallido de críticas.

Lo que parecía un simple acto público se convirtió en una declaración de guerra interna, una traición a plena luz del día. Varios morenistas lo acusan ahora de haber mostrado su “verdadero rostro”: el de un político ambicioso, dispuesto a cambiar de bandera con tal de seguir trepando en la escala del poder.

Fuentes cercanas al gobierno estatal aseguran que el malestar es profundo. Algunos incluso afirman que Rico “se cavó su propia tumba política”, pues su asistencia no fue un error ni una casualidad, sino un movimiento calculado para buscar acomodo en el equipo de Rivera, anticipando una posible sucesión en Apizaco.

Con este desliz, Juan Pablo Rico podría haber quedado atrapado entre dos fuegos, o como dice el viejo refrán, “como el perro de las dos tortas”: sin el respaldo del lorenismo y sin la confianza plena del nuevo bloque al que intentó acercarse.

Lo cierto es que, en la política local, las lealtades tienen fecha de caducidad, y el secretario apizaquense acaba de descubrir que las traiciones se pagan caras.

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