Por: Antonio Hernández
La presidenta del Comité Ejecutivo Estatal de Morena en Tlaxcala, Marcela González Castillo, enfrenta una creciente ola de críticas y señalamientos por presuntas irregularidades en el manejo financiero y político del partido. Diversos actores políticos, incluidos alcaldes y militantes morenistas, la acusan de solicitar dinero en efectivo bajo el argumento de “cubrir gastos operativos” y hasta el pago de la renta de las oficinas estatales del partido. Sin embargo, fuentes internas advierten que estos recursos estarían siendo utilizados para impulsar la aspiración política de su esposo, el alcalde capitalino Alfonso Sánchez García, a quien busca posicionar como sucesor de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.
Estas prácticas, que contradicen los principios fundamentales de la Cuarta Transformación —no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México—, han generado un profundo malestar dentro de la militancia, que acusa a González Castillo de usar el partido como un vehículo personal de poder y ambición familiar.
Fracaso organizativo y desvío de objetivos
De acuerdo con reportes del propio Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, las asambleas informativas impulsadas por González Castillo han resultado un fracaso operativo, pues apenas se ha cumplido el 40% de las metas de afiliación planteadas para Tlaxcala.
Lejos de fortalecer la estructura interna, estos encuentros han revelado una gestión marcada por el autoritarismo, el uso discrecional de recursos y la ausencia de transparencia.
Fuentes consultadas aseguran que las asambleas, convocadas cada ocho días, carecen de autorización del CEN y se han financiado con fondos estatales de procedencia dudosa, lo que podría configurar irregularidades de carácter político y administrativo.
Nepotismo y control político
El nepotismo de la dirigente estatal también ha encendido las alarmas dentro del partido. Militantes y líderes locales denuncian que en cada evento de Morena, González Castillo presenta a su esposo, Alfonso Sánchez García, como figura central, colocándolo como el “delfín” ideal para continuar el proyecto político de la actual administración.
“Es un circo político en el que Alfonso es exhibido como trofeo, mientras los verdaderos problemas del partido quedan en el abandono”, comentó un dirigente municipal bajo condición de anonimato.
Complicidad y simulación
La gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros ha sido señalada por su permisividad frente a estas prácticas. De acuerdo con testimonios recabados, el aparato gubernamental ha intervenido para maquillar los resultados de las asambleas y aparentar un éxito inexistente, inyectando recursos y ejerciendo presión política sobre funcionarios y líderes territoriales.
Esta presunta complicidad, que algunos describen como un pacto de conveniencia para asegurar protección política hacia el siguiente sexenio, erosiona la credibilidad de Morena en Tlaxcala y pone en riesgo su cohesión rumbo a las elecciones de 2027.
Intervención del CEN, inminente
Fuentes cercanas al Comité Ejecutivo Nacional confirmaron que el CEN analiza intervenir directamente en Tlaxcala ante el cúmulo de denuncias y el descontento interno, con el objetivo de “limpiar la casa” y recuperar la confianza de la base militante antes de que la crisis se profundice.
Mientras tanto, la figura de Marcela González se hunde entre acusaciones de corrupción, nepotismo y traición a los ideales de la Cuarta Transformación, dejando al partido dividido y vulnerable en un contexto político cada vez más competitivo.
