La paciencia se agotó. Estudiantes, entrenadores y padres de familia del Cobat estallan contra el director general, Alonso Trujillo, mejor conocido como “El Chómpiras”, a quien señalan de haber convertido la institución en un circo de simulaciones, abusos y decisiones que ponen en riesgo a toda la comunidad escolar.
Desde hace casi tres meses, el gimnasio, uno de los espacios más importantes para el desarrollo académico, cultural y deportivo, permanece cerrado sin explicación lógica. Lejos de usarse para entrenamientos o eventos escolares, aseguran que Trujillo se apropió del lugar para convertirlo en un salón privado de reuniones, con grupos que a duras penas rebasan las veinte personas.
Mientras tanto, afuera, más de cien estudiantes entrenan bajo lluvia, frío y piso resbaladizo, una situación que ya ha generado lesiones, enfermedades y deserción en varias paraescolares. “Nos están poniendo en riesgo por un capricho”, acusan los jóvenes.
Pero lo que desató la furia de todos fue la revelación de una supuesta “remodelación” del gimnasio. Trujillo mandó colocar una placa presumiendo un “gran logro” de su administración y del Ejecutivo estatal. Sin embargo, los propios estudiantes exhibieron que la obra no existe: solo colocaron paredes improvisadas con cartones de huevo, una especie de escenografía barata para aparentar una mejora que jamás se realizó.
“Es una burla. Piensan que somos tontos. Esto no es remodelar: es engañar”, reclamó un jugador de basquetbol.
Padres de familia hablan ya de un posible uso indebido de recursos, de un manejo turbio del presupuesto y de un trato institucional indignante hacia sus hijos. Exigen una investigación inmediata, claridad sobre el dinero destinado al gimnasio y explicaciones del por qué se cerró un espacio vital sin razones reales.
Los entrenadores, hartos de lo que llaman una cadena de abusos, preparan una reunión pública para exhibir todo: restricciones absurdas, decisiones unilaterales, abandono del mantenimiento y un comportamiento prepotente desde la dirección general.
“El Chómpiras ya no ve por la escuela, solo por sí mismo”, sentencia uno de ellos.
Hoy el nombre de Alonso Trujillo se ha convertido en un sinónimo de conflicto dentro del Cobat. Para muchos, su permanencia ya es insostenible. Entre estudiantes y docentes crece la exigencia de que el gobierno estatal intervenga y remueva de una vez por todas a un funcionario acusado de mentir, ocultar y manipular desde el primer día que llegó al cargo.
