En Tlaxcala solamente 8 de 60 presidencias municipales corresponden a mujeres. Dos de ellas, desde su toma de protesta, han experimentado indicios de violencia de género, protagonizadas por miembros de sus respectivos cabildos, grupos de colisión (presuntamente patrocinados por alguien) y señaladas solo por ser mujeres presidentas.
Expondré los dos casos sobre lo anterior. Usted, tiene la última palabra.
El primer caso es en Yauhquemehcan gobernado por María Anita Chamorro Badillo. Desde su llegada a la presidencia, ha padecido y denunciado acoso laboral desde el interior del cabildo. Tras bambalinas parece que es fuego amigo orquestado por los regidores en el ayuntamiento.
La persistente tensión en las sesiones de cabildo, ocultada por intereses personales y/o económicos de sus miembros, han patrocinado un ambiente por desear la ingobernabilidad para volver a María Anita rea de esos grupos políticos. Bien lo dijo ella: «no seremos rehenes de nadie y menos de grupos minoritarios que tienen un marcado interés».
El acoso a su persona no solamente es en el plano territorial, sino, también, cibernético. Así se demuestra en páginas de Facebook, principalmente de Yauhquemehcan, donde se valen de los famosos perfiles falsos o bots, para incitar al desorden desde las redes sociales.
La determinación de María Anita por denunciar la violencia política en razón de género que experimenta, promovido en un Juicio de la Ciudadanía, en contra de Néstor Omar Paredes Salinas, primer regidor; Edgar Grande Palma, segundo regidor; Sandra Mirelva Sánchez Sánchez, tercer regidor; Juan Martín Manrique García, cuarto regidor y Mariela Vázquez Molina, séptimo regidor, quienes incurrieron en actos que vulneraron sus derechos político-electorales.
Así, las medidas cautelares dictadas por el Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET), en contra los regidores, es abstenerse de realizar cualquier conducta dirigida a menoscabar las funciones de la presidenta; evitar cualquier manifestación que implique violencia psicológica, económica o patrimonial sobre la actora; en sesiones de Cabildo, propiciar un ambiente de respeto y no discriminación. Marcando un alto para dejar de ser violentada en su función como presidenta constitucional.
El otro ejemplo va de la mano con María Anita Chamorro cuando ejerció sororidad hacia Nancy Cortés, presidenta municipal de Amaxac de Guerrero, contra la violencia de género que vivió en carne propia el pasado febrero. Este hecho lamentable dejará marca para concientizar que la violencia política hacia la mujer existe y no hay mecanismos reales para sancionarla.
Una manera de manifestación es el reclamo ciudadano, siendo válido cuando se actúa de manera pacífica y fundamentada. Sin embargo, lo experimentado en Amaxac llegó al extremo de poner en riesgo la vida de una funcionaria. Que, por cierto, hasta el día de hoy no hay ninguna sanción, castigo o disculpa pública de nadie.
Un breve contexto: un pequeño grupo, con supuestos tintes políticos, decidieron «defender al pueblo» reventando la sesión de cabildo, el pasado 23 de febrero, bajo el argumento de que Nancy Cortés no respetó el pacto para el pago del impuesto y servicio del agua potable. Ejercieron violencia física en su contra, léase jalones de cabello, empujones, gritos, ademanes, hasta el extremo de amenazarla con lincharla. Por lo que no tuvo más remedio que correr ante la horda enardecida y escoltada por la policía municipal.
Ante esto, el colectivo de mujeres a nivel nacional 50+1 apoyaron a Nancy Cortés por los actos de violencia de género en su contra.
Muchos han indicado que las agresiones físicas y verbales, que experimentó Nancy Cortés, se deben a la molestia de que una mujer los gobierne; demostrando que la misoginia persiste en Tlaxcala.
Vimos dos situaciones que en apariencia son alejadas pero concuerdan en la sintonía con la violencia política: grupos de choques pretendiendo desestabilizar una administración en Amaxac; la otra, funcionarios en el cabildo abusando de su cargo para ejercer presión de ingobernabilidad en el ayuntamiento de Yauhquemehcan.
Sin duda, persiste la violencia de género en contra de mujeres en los ayuntamientos y la administración pública en general.
Ambas son mujeres y madres. Las dos facetas laborales de la maternidad y la política son dos etapas que día a día las funcionarias en México deben de atender. Evidentemente, el tener un trabajo complicado de lunes a viernes, y en algunos casos también los fines de semana, descuida estar en casa y ver a sus hijas o hijos. Pero la convicción férrea de tener familia y una carrera política se admira, respeta y valora. Por ello, este día es de reflexión y no solo de felicitación.