La razón de la absurda petición de Andy, entronado en el principesco cargo -como co director de Morena- que le heredó su monárquico padre, es porque considera que cuando se refieren a él como Andy se demerita la representación del legado de su padre.
Por J. Jesús Lemus
En esta revuelta república de la Cuarta Transformación, la tiranía de la soberbia no podría estar mejor personificada si no estuviera encarnada en la persona de Andy López Beltrán, heredero de ficticio reino de mentiras y falsas epopeyas.
El soberbio hijo de Andrés Manuel López Beltrán, reclamando el derecho de sangre de quijotescas conquistas de su padre, ha exigido públicamente que no se le mencione -cuando se dirijan a él- como Andy. Sí. Andy no quiere que lo llamen Andy.
La razón de la absurda petición de Andy, entronado en el principesco cargo -como co director de Morena- que le heredó su monárquico padre, es porque considera que cuando se refieren a él como Andy se demerita la representación del legado de su padre.
De verdad, ellos -los de la estirpe pura, los consagrados en el fragor de las ficticias batallas limitadas a la efímera acción de la fundación de un partido- se consideran una clase aparte. No se limitan a ser solo Los Cachorros de la 4T. No. Ellos quieren trato especial.
Andy, con toda la carga de estulticia que lo distingue, ha referido que su “más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país” y que utilizar diminutivos como “Andy” o no llamarlo por su nombre completo le “quita ese legado”.
Según Andy, el uso de este apodo por parte de sus críticos y algunos medios de comunicación tiene una intención de menosprecio y forma parte de una estrategia para atacar indirectamente al expresidente López Obrador.
El reclamo de Andy para que no llamen Andy surge en un momento en el que Andrés Manuel López Beltrán ha estado activo en la política, particularmente como secretario de Organización de Morena, cuya gestión no ha sido muy positiva, luego de los fracasos electorales de Morena en Veracruz y Durango.
Andy, tras el fracaso electoral del 1 de junio, ha sido señalado como un factor de discordia dentro de Morena. Él niega haber fracasado y pide considerar el contexto completo.