AL PRESIDENTE DE ATLANGATEPEC LE SALE MUY CARO SU ACTO DE GALLARDÍA.-LA PASIÓN Y EL INTERÉS

El alcalde del municipio de Atlangatepec, José Macías González manifestó en un comunicado que la Síndico del Ayuntamiento que preside denunció ante la Procuraduría General de Justicia del Estado los –actos vandálicos- (sic) en contra de dos patrullas y una ambulancia, hechos ocurridos en el municipio de Tlaxco.

Afirmó que son los daños causados a los vehículos adscritos al servicio de la comuna que acudieron en apoyo  del ayuntamiento de Tlaxco, por los hechos de la controversia con la brigada de sanitización ocurrida la noche del pasado 14 de mayo.

Cabe mencionar en torno a los hechos  que la pasión es la nota que da el tono de los mexicanos, sobre todo cuando alguna actividad o interés en particular trasciende la escena pública; no sólo en la política, asunto esencialmente público que aquí como en todas partes es materia inflamable, sino un hecho cualquiera que pueda despertar un interés colectivo, es llevado luego al terreno de la pasión.  Lo mismo una discusión electoral o partidista que una controversia sanitaria, casi nunca transcurren serenamente; apenas acaban de surgir cuando toman un cariz exaltado y crean en torno suyo una atmósfera pasional.   La pasión ha llegado a convertirse  en una necesidad nuestra, de manera que ahí donde aparece, es exigida (y manejada) como un estimulante colectivo para generar actos que llegan a veces hasta el linchamiento.  La pasión es una fuerza motriz obstinada y ciega.

Macías González declaró que aún no definen el monto de las averías causadas a las tres unidades de su resguardo, estimando que el equipo de la ambulancia oscila los 300 mil pesos.

El alcalde <paladín de la justicia> declaró que para el jueves la Síndico ratificará la denuncia en contra de quienes resulten responsables, en tanto su personal proseguirá el trámite con la aseguradora para rehabilitar la ambulancia.  Total que a Atlangatepec le salió caro el desplante de heroísmo de su presidente, quien no resuelve sus necesidades elementales, pero en un afán Quijotesco de apoyar (o impresionar a la Alcalde)  de Tlaxco perdió la apuesta en la ruleta de la vida; ¡al fin que el pueblo paga!