DURANTE LA EPIDEMIA DE 1541 OCURRE EN TLAXCALA LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE OCOTLÁN; POR ESE MILAGRO, LOS FIELES SON FUERTES POR SU FE ANTE LA CRISIS

 

La aparición ocurrió en Ocotlán, según las crónicas de la Diócesis, hecho que paradójicamente supera en testimonios a los ocurridos en el Tepeyac.      <Era la tarde de un día ya próximo a la primavera de 1541, cuando Juan Diego Bernardino cruzando un bosque de ocotes (el significado de Ocotlán), cuando la Virgen se le aparece y le pregunta adónde va.  El vidente cuestionado contesta que lleva agua para sus enfermos que mueren sin remedio por la terrible epidemia que asola a la región, y la Virgen le contesta “Ven en pos de mí, yo te daré otra agua con la que se acabará el contagio, y sanen no sólo tus parientes sino cuantos bebieren de ella”.   El indígena llenó su cántaro de un manantial hasta entonces inexistente y se fue a Xiloxoxtla su pueblo de origen.

Antes, la celestial señora le ordenó que comunicara lo sucedido a los franciscanos, indicándoles que encontrarían una imagen suya en el interior de un ocote que debería ser trasladado al templo de San Lorenzo.   Acudieron los franciscanos con el Dean a la cabeza y observaron el bosque incendiado pero con llamas que no consumían.  Descubrieron un inmenso árbol del que emanaba una muy especial luz, lo marcaron y al otro día viendo que estaba hueco, lo abrieron a hachazos hallando en su interior la escultura de la Virgen María que hoy está en el altar mayor del santuario.

Una vez trasladada en solemne peregrinación, fue colocada en el sitio principal, para lo cual desplazaron al patrono San Lorenzo hacia un nicho alterno; cuenta la leyenda que el celoso sacristán, cuando ya todos se marcharon y el templo se cerró, volvió al patrono San Lorenzo a su sitio, poniendo a la nueva imagen en el lugar vacante y que los ángeles por tres ocasiones restituyeron a la Virgen al sitio de honor>.

Hoy 31 de mayo, pese a la suspensión de las festividades con que cada año se celebra el día del chofer, grupos de fieles católicos acuden a las celebraciones a puerta cerrada y exponen sus preces por la salud de los enfermos orando de pie ante las puertas (hoy cerradas) del regio santuario estilo barroco para así despedir el mes consagrado a la Madre de Dios.

En el exterior, el comercio tradicional languidece, pues la afluencia de turismo y peregrinos es prácticamente nula, no obstante, algunos comerciantes permanecen firmes, en la esperanza de que también esto pasará como ocurrió en la referida epidemia de 1541.   Complace y anima el hecho de poder constatar que Tlaxcala es un pueblo en cuyos corazones están firmes las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad; amalgama viva que les fortalece y les ha llevado a ocupar un sitio especial en la historia de México.

La figura de nuestra Señora de Ocotlán es una talla de regia factura polícroma, estofada y esgrafiada de posición vertical en eje (bulto redondo) donde apenas se sugiere un leve movimiento de paños, lo que le confiere cierto dinamismo.

Las manos juntas entre abiertas se encuentran en una posición muy baja y la cabeza totalmente recta; luce enjoyada con peana, luna y una gran estrella como mandorla de plata.  La corona original de oro, fue robada en el siglo pasado, sacrilegio que derivó en actos de desagravio por toda la Diócesis.

Actualmente luce una corona de oro con incrustaciones elaborada magistralmente por el artista platero Ernesto Meneses Manzano, joyero de las cortes Tlaxcaltecas.

 

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