Celsa Vázquez Padilla y su hijo, Roly García, son productores de durazno desde hace una década. En el huerto familiar llamado “El Coyote”, ubicado en la comunidad de San José Teacalco, han trabajado la tierra con dedicación y paciencia.
Su historia comenzó gracias al apoyo de un hombre originario de Estados Unidos, quien actualmente vive en Puebla. Como muestra de solidaridad con la comunidad, les regaló 50 plantas de durazno para que pudieran iniciar su cultivo y generar un ingreso.
A diferencia de otras regiones del estado, en San José Teacalco la cosecha comienza temprano, a inicios de mayo, y concluye a mediados de junio. Muchas familias de la comunidad se dedican a esta actividad, que se ha convertido en parte importante de la economía local.
Roly explica que la producción varía cada año, dependiendo del clima. Este año, por ejemplo, las heladas inesperadas de abril dañaron varios árboles. “Nunca habíamos tenido heladas tan tarde. Eso afectó el crecimiento de la fruta”.
El durazno que cosechan suele venderse directamente a visitantes que suben al volcán La Malinche, además de mercados locales. “Algunos turistas vienen a conocer el huerto, otros simplemente pasan por aquí rumbo a la montaña y compran durazno. También hay quienes ya conocen la zona y saben que aquí se cultiva durazno de buena calidad”, explica Celsa.
Sin embargo, ellos sueñan con llevar su producto más lejos. Han buscado apoyo del gobierno para poder ampliar su producción y llegar a centros de abasto más grandes. “Nos gustaría crecer y tener acceso a nuevos mercados”, añade Roly.
En su huerto cultivan dos variedades principales: el durazno Atlax y el Prisco, también conocido como escarcha. Explican que el proceso no es rápido: los árboles deben injertarse durante los primeros tres años, y después de una década comienzan a dar frutos en cantidad. “Desde que plantamos hasta que el árbol está en plena producción, pueden pasar hasta 13 años”, dice Ronny, destacando el esfuerzo que implica cada cosecha.
La historia de esta familia refleja el compromiso de muchas personas que viven del campo, trabajando con lo que tienen y apostando por un futuro mejor para sus comunidades.